Relación terapéutica, presencia que sana las ausencias.[1]
Autor: Dra. Ma. Del Pilar González Peñalver[2]

En este artículo se presentan las experiencias históricas que han marcado una evolución y han justificado las formas de intervenir en los procesos terapéuticos específicamente desde el marco de la Psicoterapia Gestalt (según la autora en apoyo con teóricos contemporáneos), las implicaciones en la práctica clínica. Se plantea de acuerdo con el contexto contemporáneo la necesidad de considerar un fundamento epistemológico de campo que lleva a una práctica clínica relacional. Se hace un esbozo de la terapia de campo para la consulta infantil de campo con la idea de invitar a incorporar una forma distinta de atender las ausencias de nuestros clientes.
La Psicología ha tenido evoluciones históricas importantes, en sus orígenes la Ciencia y la Religión explicaban la naturaleza humana, en el Renacimiento se la consideraba como “tratado del alma” (psique), posteriormente se la consideró como la ciencia de la mente y el estudio de la conciencia, después ciencia de la conducta en que la perspectiva cognitiva era prioridad y los procesos mentales se convirtieron en el foco del interés (Estévez, A. 2020).
Lo que explica esta Disciplina es cómo percibe, aprende, recuerda, soluciona problemas o las formas de comunicarse de una persona con las demás; también intenta comprender, evaluar y analizar varios aspectos como la inteligencia, los afectos, los pensamientos, la personalidad, la forma de comprender y dar significado a las experiencias, las relaciones, entre otras muchas a las cuales se han integrado otras ciencias como las Neurociencias, la Filosofía, el Arte, el Derecho, la Sociología, la Antropología, abarcando ángulos complementarios para el estudio del Ser y así establecer las diferencias interpersonales.
La genética, el contexto social, el ambiente, la situación geográfica, la temporalidad conforman fundamentos que actualmente nos ayudan a enriquecer y considerar al Ser Humano holísticamente (cuerpo, mente, espíritu, relaciones, contexto) y entender la gran diversidad de seres humanos que existimos en el Planeta.
La Psicoterapia es una actividad profesional relacional, que, como la Psicología, está centrada en la persona en su conjunto. Así pues, lo que se predica de la Psicología como ciencia tiene también impacto en la Psicoterapia como actividad científico-práctica. Esta formación se adquiere en un posgrado después de la Licenciatura y acorde con la forma de mirar a la persona se adquieren fundamentos teóricos, epistemológicos, recursos, habilidades, estrategias de intervención.
La Psicoterapia entonces se concibe como un contexto interpersonal de ayuda y responde a una gran variante de necesidades que los pacientes (clientes) solicitan, por ejemplo en la clarificación de sus problemas, un trastorno (algo que ha cambiado la forma de ser y estar de la persona), una imposibilidad de enfrentar nuevos retos a problemas de la vida, “adversidades, agobios, amenazas, conflictos, crisis, decepciones, frustraciones, incertidumbres, invalidación, maltrato, pérdidas, sentido de la vida, soledad, traumas” (Pérez Álvarez, 2020), con la intención de resituarse de una mejor manera y forma de estar ante la nueva realidad.
Si se pretende aliviar el sufrimiento humano, se necesita encontrar formas interaccionales que ayuden a ello, y generar recursos teórico-experienciales que vayan demostrando su efectividad.
La psicoterapia Gestalt
Me sitúo en esta forma de psicoterapia que ha sido mi escuela desde los inicios de mi formación, posteriormente considerando los cambios adaptativos a nuevas circunstancias (y formas de intervención y co-participación) y que actualmente ha dado un énfasis en lo relacional, retomando los postulados originales[3] pero en un nuevo contexto histórico y con necesidades diversas.
Podríamos tomar la propuesta de considerar tres perspectivas en Psicoterapia Gestalt (PG de forma corta de aquí en adelante del texto): monopersonal, bipersonal y de campo. “Cada una de ellas nos proporciona un tipo específico de comprensión y nos ofrece directrices diferentes” (Roubal y Francesetti, 2022) que son tres formas de ayudar al cambio al paciente y también pueden ser complementos teórico-prácticos de apoyo, en diferentes momentos del proceso de terapia.
La historia humana ha dado varios giros. A grandes saltos se puede decir que en los inicios de la TG la propuesta era dignificar al ser humano (terapia monopersonal) que venía de un contexto destructivo posterior a la segunda guerra mundial en la que la humanidad tocó fondo desolador ya que la vida humana podía ser arrancada sin vacilación[4], de estas circunstancias surgieron los movimientos sociales que pugnaron por un trato digno a la persona (hippie, de liberación sexual, estudiantiles, feministas, en defensa de los derechos humanos). Un periodo de sacudidas en la naturaleza, con el terremoto, en México que generó crisis de ansiedad, estrés, acompañado de una gran solidaridad entre las personas, nuevos adelantos en el mundo marcaban el inicio de una modernidad, la caída del muro de Berlín, el accidente nuclear de Chernóbil, acuerdos de paz y guerras mostraban las polaridades de la raza humana, cambios significativos en el mundo que me atrevería a decir, las personas necesitaban de una terapia que ayudara a estar con alguien que recibiera la ansiedad (terapia bipersonal) el miedo a la incertidumbre, de alguien que estuviera acompañando desde la desesperanza, , la injusticia social, y que ayudara a vislumbrar algo esperanzador. La posmodernidad se caracteriza por una mayor diversidad cultural, una mayor fragmentación de la sociedad y una mayor aceptación de la subjetividad y la relatividad de la verdad. En la cultura posmoderna, la crítica y el cuestionamiento son fundamentales. Se valora la diversidad y se reconoce que la realidad es compleja y multifacética, se aparecen nuevas alternativas para combatir el prejuicio, las tradiciones culturales que oprimen, surgen nuevas políticas para defender la dignidad humana desde una postura diversa.
Experiencias fuertes que han marcado la vida social contemporánea han ocasionado crisis angustiantes en las personas, el terrorismo (internacional) “a la puerta” que genera impotencia, angustia existencial, incertidumbre matizada con riesgos; los flujos migratorios que generan inseguridad y ambivalencia pues por un lado existe la gana de ser solidario y por la otra el temor de ser violentado e invadido; el cambio climático que genera enojo y miedo a la escasez y agotamiento de los recursos naturales, la violencia de la naturaleza desgastada por el hombre (Spagnuolo, 2016).
Y yo agregaría la pandemia y postpandemia con sus efectos a nivel globalizado y las consecuencias del miedo al otro como posible amenaza a la salud, a la integridad, el miedo a morir, la idea de sobrevivir solamente con las vacunas.
Estas experiencias en la vida contemporánea generan situaciones emocionales, como se describen en el cuadro siguiente.

El problema clínico de hoy es, entonces, la necesidad de construir el sentido de estar en contacto el terapeuta con el cliente. La relación terapéutica debería así proporcionar un sentido de seguridad en la relación y en el otro (Terapia de campo), facilitando una clara percepción / diferenciación de un yo espontáneo e intencionado, que emerge como una co-creación consciente apoyada por la curiosidad hacia el otro (Ob. Cit).
Esta transformación evolutiva de la PG, de lo individual a lo relacional plantean diferentes formas de hablar de ella y practicarla. El terapeuta ya no “opera” en el paciente, sino que con su propia presencia modula el campo, cocrea con el paciente, fenomenológicamente significa estar en la frontera de contacto basándose en los sentidos (resonancias) y en la reciprocidad.
Podemos resumir estos cambios en las siguientes intervenciones prácticas

¿Cómo influye en la terapia infantil la terapia de campo?
Es conveniente iniciar reconsiderando algunos aspectos del desarrollo que incorporan la visión de campo.
- El desarrollo ocurre en un mundo social, es una situación psicológica entre el campo y el individuo en un intervalo de tiempo.
- El comportamiento es resultado de ese intercambio, todos los acontecimientos y experiencias, la evolución de las situaciones que se forman continuamente entre ambos.
Hacer un diagnóstico considerando factores individuales sitúa a la persona como un ser aislado lo cual es un artificio inexistente. La perspectiva de campo cambia la forma de estudiar e intervenir en el tratamiento del sufrimiento. “El campo, no el individuo, es visto como el objeto de la psicopatología (Francesetti, 2015).
Psicopatología es ausencia, es no estar presente; desde este punto de vista, es la patología de la relación, de la frontera de contacto del “entre” (Francesetti, 2013). Tiene que ver con una carencia de contacto significativo. Hay una incapacidad de estar presente porque la percepción, la cognición o la emoción están restringidas, es un fenómeno relacional, se echa de menos al otro que no está ahí.
La psicopatología puede verse como el estudio de las formas de estar ausente y la terapia como el arte de la presencia ante esas ausencias (Francesetti, 2015)
Los niños no pueden darse cuenta ni expresar con exactitud su sufrimiento, sino que manifiestan complicaciones físicas, cambios en su comportamiento, problemas relacionales con sus compañeros, agresividad, hiperactividad, respuestas para adaptarse creativamente a lo que no puede procesarse y es difícil de experimentarse; muchas veces, desde las formaciones académicas iniciales la tentación es poner etiquetas. “El psicoterapeuta, inmerso en el clima cultural contemporáneo, a pesar de un cuidadoso trabajo personal, formativo y de supervisión en un modelo relacional, con facilidad utiliza de un modo no consciente un paradigma individualista (Francesetti, 2015)”.
Si alguien (al menos el terapeuta) puede percibir lo que está ocurriendo en la frontera de contacto, sentir el sufrimiento que aflige a la relación, cubrirá la ausencia con presencia. El desarrollo depende del apoyo del medio ambiente a crear seguridad (receptividad y validación) y oportunidades necesarias para enfrentar los problemas que emergen de una situación con exigencias que requieren de un comportamiento específico. Enfrentar una situación puede ser abrumador para cualquier persona y es en esa circunstancia en donde se necesita más presencia (Wollants, 2020).
El infante viene a terapia referidos por el entorno familiar, o escolar, como “problemático” y muchas veces se escapa de nuestra mirada profesional que lo “problemático” ha sido un ajuste creativo adaptativo a las circunstancias.
El paciente tratará de buscar (de forma no consciente) reproducir esos campos de experiencia, que requieren atención plena y sensibilidad de parte del profesional, estar plenamente consciente de sus sensaciones y sentimientos en cada momento del proceso, y brindar el apoyo mediante experiencias distintas que permitan hacer surgir en el paciente respuestas novedosas, habilidades que quizá ni la familia sabía que existían.
Al estar en presencia con el paciente, estoy atenta a lo que llamamos un diagnóstico intrínseco[1] (estético), que se llama así porque está basado en lo que siento (sensaciones y sentimientos), me puedo sentir molesta, me puedo sentir apenada, me puedo sentir con rabia, hago consciente eso que siento y cuidamos no hacer lo que ocurre generalmente en el entorno que puede regañar porque la niña no entiende, no atiende, cosas que suelen hacer los papás o los maestros, lo que compartimos es desde este diagnóstico intrínseco (estético) y comunicamos con mucho cuidado y respeto.
Nuestra forma de sentir junto con el paciente y la experiencia en la que estamos inmersos puede ser de diferentes tipos. Puede estar sintonizado[2] con lo que siente mi cliente (puedo sentir tristeza de su tristeza o puede resonar[3] distinto, y lo que procuro compartir es el sentimiento de fondo que comunica algo distinto a lo que habitualmente es recibido por el niño, una forma honesta y respetuosa para que amplíe su conciencia de la situación, preguntamos cómo se siente con eso y qué hacemos con lo que surgió (Vázquez, 2023).
Con esta intervención hacemos que se dé cuenta cómo impacta en el entorno con lo que hace o dice, que no está accesible a su conciencia, y además mantenemos el contacto la presencia. Seguir interactuando juntos y ver qué nos va pasando hace un campo seguro.
Por último quiero presentar las habilidades que nos ayudan a influir en el campo. Él le llama modular la presencia del terapeuta y de la que he hecho una adaptación a lo que puede ser una sesión infantil.
- El niño (niña) viene a la sesión de terapia y recibimos lo que nos presente, algunos comentarios de cómo fue su semana, algo que ocurrió en la escuela, algo que le dijo su mamá que nos comentara, algo que le agradó, o le puso contento, estamos abiertos a crear un ambiente de seguridad y confianza. Podemos pedirle que nos cuente empleando un dibujo, animalitos, materiales de expresión y vamos haciendo juntos algo que permita su expresión. También podemos proponerle que elija de todas las posibilidades y estar atentos a sus reacciones.
- Durante la experiencia estaremos atentos (as) a las sensaciones y sentimientos que vayamos experimentando, dispuestos a experimentar sintonía y/o resonancia.
- Reducir la velocidad, centrarse en lo que siento, lo que siente el cliente, lo que es el “entre”. A estas alturas no sé lo que va a pasar, hay que tolerar la incertidumbre y no adelantar algo para calmar nuestra ansiedad, dejarnos estar.
- De lo que vaya surgiendo vamos a expandir nuestra atención al sentir de fondo, qué hay o puede haber debajo de ciertos comportamientos, qué muestra que está ausente o que le hace falta o en qué necesita apoyo.
- Podemos elegir compartir lo que consideremos ayude a la relación, si se comparten sensaciones o sentimientos o pensamientos, y así confirmamos la presencia, y ver qué reacciones o qué siente con eso que le digamos e irlo platicando y siguiendo el proceso.
- Para el cierre de la sesión podemos hacer un resumen de lo que vivimos juntos, de los sentimientos que estuvieron presentes en cada uno, de las reacciones al recibir lo que el otro sintió.
- Nos despedimos
Este artículo ha sido una invitación a cuestionar nuestra práctica clínica, a preguntarnos si nos quedamos como terapeutas con un diagnóstico extrínseco o nos arriesgamos a adicionar nuestra consulta con las intervenciones de campo, aunque sea de manera inicial, ocasionalmente. Como propone Francesetti podemos ir alternando las diferentes intervenciones terapéuticas monopersonal, bipersonal y de campo, sin embargo la propuesta central es que la terapia pueda constituir una presencia que sane las ausencias, inclusiva, aceptante que sostenga la conexión con respeto y empatía. Implica resistir nuestra ansiedad anticipando o cortando la experiencia, sosteniendo el proceso, ser capaces de responder y dar apoyo para que la persona responda. Estar atentos a nuestras sensaciones, sentimientos y pensamientos y con responsabilidad y buen juicio elegir lo que podamos compartir en beneficio de la relación entre ambos. Experimentar, entrar a nuevos territorios que nos den la posibilidad de permanecer en el presente, en consciencia, abiertos a saber cómo impactamos al entorno y creando posibilidades que permitan una elección más libre y responsable.
Y para terminar, animar y alentar, estamos muchos terapeutas, nuevos y ya no tan nuevos, recién aprendiendo esta nueva forma que responda a las necesidades contemporáneas de conectar y saber que podemos estar juntos y aprender. Cuando la terapia ayuda a sanar las ausencias, el sufrimiento del paciente y del campo se autorregula.
Conferencia presentada en el 16° Congreso Internacional de Terapia e juego en mayo 2024, organizado por ANTEJ, en la ciudad de Puebla.
REFERENCIAS
Estévez, A. La ciencia como medio en el desarrollo de la psicología. Papeles del Psicólogo (2020). Revista Papeles del Psicólogo. Vol. 41(3), pp. 184-190
Francesetti, G., Gecele, M., Roubal, Jan (Edts.) (2013). Terapia Gestalt en la práctica clínica. CTP.
Francesetti, G. (2015). De la sintomatología individual a los campos psicopatológicos Hacia una perspectiva del campo sobre el sufrimiento clínico. British Gestalt Journal, vol. 24.
Parlett, M. (2010). Competencia totaholística y las cinco habilidades.
Parlett, M. (1991). Reflexiones sobre la teoría de campo. The British Gestalt Journal.
Pérez-Álvarez, M. (2019). La psicoterapia como ciencia humana, más que tecnológica. Revista Papeles del Psicólogo, 40(1), 1-14.
Roubal, J., Francesetti, G. (2022). Teoría del Campo en la Terapia Gestalt Contemporánea. Part one: Modulating the Therapist Presence in Clinical Practice. Vol. 24 pp. 113-136. Part two: Paradoxical Theory of Change Reconsidered. Gestalt Review, 26/1, 1-33, doi: 10.5325.
Spagnuolo, M. (2017). Fenomenología y reconocimiento estético de la danza entre psicoterapeuta y cliente: un ejemplo clínico. Conferencia UKAGP.
Spagnuolo, M. (2020). El giro relacional de la práctica clínica de la Terapia Gestalt: De la " silla vacía " a la "danza de la reciprocidad" en el campo. Revista Internacional de Psicoterapia.
Vázquez, Carmen. (2022). Crecer y seguimos creciendo. Esbozo para una teoría gestáltica del desarrollo. México: IHPG.
Vázquez, Carmen. (2023). Curso de actualización para Maestros. Universidad Nexum de México. Culiacán, Sinaloa.
Wollants, G. (2020). Terapia Gestalt. Terapia de la situación. México: IHPG
